Hace ya algunos años tuve en la consulta un paciente curioso.
Regentaba una antigua taberna por la zona de Embajadores en Madrid.
Al hacerle la exploración visual, su boca daba pena.
La mayor parte de sus piezas estaban deterioradas,
cuando no, eran raíces rotas y abandonadas a su suerte.
Le dije que el mejor tratamiento era extraerle todo y hacer dos prótesis
completas.
Eso significaba tener que verle en bastantes ocasiones.
Como el roce hace el cariño, llegamos a tener bastante confianza.
En una ocasión le pregunté si realmente se cepillaba sus dientes.
- "Mire, doctor, no le voy a engañar. Cepillarme, cepillarme NO,
pero siempre después de comer me aclaro la boca con vino".
- Bueno, eso está bien, porque el vino lleva taninos que eliminan
placa bacteriana....
¿Y después de aclararse lo escupe?
-No, por Dios. El vino es la sangre de Cristo! Como lo voy a echar,
me lo trago, claro...
Las chapetas rojas en sus mejillas tenían explicación.
Ahora lo entiendo.
Sed buenos y cepillaros los dientes tres veces al día.
Saludos.
Regentaba una antigua taberna por la zona de Embajadores en Madrid.
Al hacerle la exploración visual, su boca daba pena.
La mayor parte de sus piezas estaban deterioradas,
cuando no, eran raíces rotas y abandonadas a su suerte.
Le dije que el mejor tratamiento era extraerle todo y hacer dos prótesis
completas.
Eso significaba tener que verle en bastantes ocasiones.
Como el roce hace el cariño, llegamos a tener bastante confianza.
En una ocasión le pregunté si realmente se cepillaba sus dientes.
- "Mire, doctor, no le voy a engañar. Cepillarme, cepillarme NO,
pero siempre después de comer me aclaro la boca con vino".
- Bueno, eso está bien, porque el vino lleva taninos que eliminan
placa bacteriana....
¿Y después de aclararse lo escupe?
-No, por Dios. El vino es la sangre de Cristo! Como lo voy a echar,
me lo trago, claro...
Las chapetas rojas en sus mejillas tenían explicación.
Ahora lo entiendo.
Sed buenos y cepillaros los dientes tres veces al día.
Saludos.
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